Como os prometí, en el post de hoy os
traigo una rica receta que es un acierto seguro.
¡La famosísima y deliciosa cheesecake!
Imagino que ya os habréis dado cuenta de que
soy celíaca, y en mi familia somos unos cuantos, y además, aunque yo no tengo
ningún problema con la lactosa, en casa también contamos con algún intolerante
a ella, así que la mayoría de las recetas que os enseñaré son sin gluten y sin
lactosa. Os aseguro que el sabor es estupendo, no os dejéis engañar por pensar
que las cosas sin gluten están malas, o que por no tener gluten ni lactosa esta
tarta no va a tener sabor, ¡para nada! está buenísima, os lo garantizo.
Es más, hay algunas teorías que dicen que una
dieta sin gluten y sin lactosa son más sanas de por sí, que conste que yo no
tengo ni idea, hago dieta sin gluten porque soy celiaca, no porque sea
saludable o no…
Bueno, no me voy a enredar con esto, en algún
post os hablaré de mi vida como celiaca, mis lugares favoritos de Madrid, etc…
Pero hoy os traigo la receta de la cheesecake que es lo que nos interesa.
Tengo que avisar: las medidas son totalmente
estimadas, porque es una receta que llevo haciendo un montón de años y lo hago
todo a ojo, pero voy a intentar ser lo más exacta posible.
Primero os cuento los ingredientes para un
molde de una tarta de 8 porciones generosas (12 para los que comen menos)
Aunque yo los presenté en vasitos individuales porque me gusta mucho más esta
presentación.
Ingredientes:
- - Dos torres de galletas sin gluten
tipo María (yo compro las de Mercadona y uso los dos paquetes que vienen
dentro)
- - 200g de margarina.
- - Un vaso de leche entera sin lactosa
- - 4 láminas de gelatina neutra o cola
de pescado
- - 200g de azúcar blanca (aunque eso
dependerá de lo dulce que te guste)
- - 300 g de queso Philadelphia sin
lactosa
- - Mermelada de fresa (un bote de unos
200g)
Preparación:
**Si se va
a preparar en un molde de tarta, es necesario cubrir todo el molde con papel de
aluminio para evitar derrames. Si es en vasitos individuales no es necesario.**
En primer lugar trituramos las galletas hasta
conseguir un polvo sin trozos grandes, podemos hacerlo con aparatos de cocina
específicos para ello o con un rallador tradicional en el caso de no contar con
ellos.
Derretimos la margarina en el microondas y se añade al
polvo de galletas, se mezcla bien hasta que nos queda una pasta. (Aviso: esto
sólo ya está para morirse de rico)
Vertemos la mezcla en el molde que vayamos a usar y aplastamos
con una cuchara para que quede una superficie lo más lisa posible.
Por otro lado, metemos en un bol con agua fría las
láminas de gelatina durante 5 minutos hasta que se ablanden y se hidraten.
Calentamos un minuto y medio el vaso de leche y
metemos las láminas de gelatina previamente hidratadas. Removemos hasta su
disolución. La leche debe estar caliente para que se disuelva bien la gelatina.
En el recipiente de la batidora vertemos: la mezcla de
leche con gelatina, el queso y el azúcar. Se bate bien para que no queden
grumos.
Esa mezcla (completamente líquida) la vertemos encima
de la pasta de galletas en el molde, y lo dejamos enfriar en la nevera al menos
8 horas para que cuaje bien.
Cuando ya está cuajada, ya se puede desmoldar y
servir, con la mermelada de fresa o de frambuesa.
Venga, animaos a hacerla, que os vais a chupar los
dedos.
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