¿Y si dejamos de "regañar"?


En mi clase trabajamos en equipo, y eso, inevitablemente, implica que los estudiantes hablen entre ellos. Y ese es, precisamente, uno de los objetivos que tengo a la hora de realizar este tipo de agrupamiento.
El problema viene cuando el volumen se eleva tanto que llegamos a molestar a los de la clase de al lado, o que se generen discusiones entre ellos por no respetar las opiniones de los demás.

A veces también ocurre, que un alumno o alumna está exponiendo en voz alta un trabajo realizado, y alguno de los compañeros o compañeras no le está prestado atención.
O que en los minutos de lectura haya dos o tres que se dediquen miraditas cómplices y gestos divertidos para hacer reír al resto.
Que en la asamblea siempre haya alguien que trate de hacer un chiste cuando no toca, que se falte al respeto al trabajo de los demás… en definitiva: que no se cumplan las normas básicas de convivencia.
A lo largo del día los docentes nos encontramos una y otra vez con estas situaciones, y una de las cosas que más tiempo nos lleva en el aula es mantener un clima adecuado.

Por no mencionar el desgaste emocional que conlleva estar llamando la atención de forma intermitente. A veces parecemos más policías que profes…

Para evitar esas constantes interrupciones, el curso pasado puse en práctica un recurso de gestión de aula que me ha funcionado muy bien y que hoy, después de un curso de prueba, puedo dar por exitoso. Os dejo los descargables de las plantillas que yo utilizo para los puntos y las tarjetas de responsables del orden.


Los grupo en mi aula son de 6 alumnos. Son 4 grupos en total. En cada grupo de 6 estudiantes, uno de ellos ocupa el rol de “RESPONSABLE DEL ORDEN”, que cambia cada inicio de semana.



Los “RESPONSABLES DEL ORDEN” son mis aliados dentro de clase. Ellos ven lo que yo no veo. El niño o niña que ocupa ese rol, es quien se encarga de las pequeñas llamadas de atención dentro de su grupo.




 A la par, cada estudiante tiene en su mesa tres puntos, que yo he representado con caritas sonrientes. Todo está plastificado y lo pego en la pesa con masilla azul, sin hacer publicidad a la marca, tipo BLU-TACK.



Cada vez que alguien se salta una norma, yo, simplemente me acerco y le quito un punto. No necesito “regañar”, ni llamar la atención. Como mucho le digo: "qué pena, has perdido un punto". Sin mayor enfado y sin alterarnos. A veces, será necesario explicar al alumno o alumna por qué ha perdido el punto. Pero la mayoría de las veces van a saber perfectamente el motivo por el que se lo hemos quitado.

Las “faltas” prescriben en un mes, de manera que los puntos que se pierdan se recuperarán el mes siguiente.

Si llegan a perder todos los puntos, tendrán una sanción que los propios estudiantes decidirán. Las sanciones pueden ser diversas y dependerá del tipo de falta que se haya cometido: escribir una carta de disculpa, escribir un compromiso de cambio de actitud, quedarse en el recreo a ayudar a la profe a colocar la clase, privarse de participar en un juego o actividad determinada, etc..

De la misma forma, los alumnos y alumnas que hayan terminado el mes con sus tres puntos, recibirán una recompensa, en mi caso, les doy un regalito simbólico (una pegatina, una pulserita de hilo, etc.)

Este recurso nos ayuda a nosotros como docentes a no desgastarnos en el aula llamando la atención constantemente. Y a los estudiantes les sirve para ser absolutamente responsables de sus conductas y de las consecuencias que estas puedan tener.

Como cualquier otro recurso, es susceptible de incorporar las variantes que sean necesarias para que en nuestro grupo funcione.  Pero tenemos que ser conscientes de que nuestros alumnos y alumnas no están programados y a veces nos puede costar encontrar el equilibrio en el aula.

¡Ánimo profes!

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