Resulta que te
necesito yo a ti más que tú a mí. Que no me doy cuenta de que me proteges y me
cuidas más de lo que te protejo o te cuido yo. Te doy de comer, te visto por
las mañanas, te ayudo a lavarte los dientes y a sentarte en la silla. Te leo
cuentos y jugamos a la pelota. Te enseño los colores, los días de la semana,
los cambios de clima y algunos números. Te doy a probar sabores nuevos, te
arropo por las noches y te abrazo en tus miedos. Cantamos canciones y hacemos
castillos de arena.
Y de repente llega
un día en el que, sin decirte nada, me sostienes la cara y me besas en la
frente. Diciéndome en tu idioma: “yo también estoy aquí para ti, para cuidarte
y protegerte, para abrazarte en tus miedos y construir nuestro futuro”
Y con menos de
dos años te conviertes en un indispensable en mi vida. Gracias, mi amor, por
ese beso en la frente que hablaba por sí mismo.
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